Uña y carne

Éramos amigas antes de cualquiera de nuestros primeros recuerdos. Más hermanas que amigas, decíamos, inseparables, sin secretos, tal para cual, uña y carne para siempre. Hoy por fin los he visto, a ella y a Javier, mi marido, saliendo de su apartamento. Y, aunque no debería alegrarme, mi sonrisa tenía dos razones: el haber confirmado una sospecha y la certeza, que solo quien mejor los conoce podría tener, de que en el mismo pecado llevan los dos su penitencia.

Relato para Reto de escritura 5 líneas del blog de Adella Brac

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